LEGO Bricktales: ANÁLISIS

Todo es fabuloso

El primer impacto visual que tenemos con LEGO Bricktales es de asombro. Algo que ciertamente esperábamos y que por supuesto no tendrán aquellos que jueguen al título en pantalla plana (está disponible para todas las plataformas no VR). Así, por ese lado, las expectativas están plenamente cubiertas.

Ver el salón de tu casa o tu estudio, mientras juegas a construir Legos como si en verdad lo hicieses, es el gran activo de este juego. Si tienes una mesa de ciertas dimensiones a tu alcance, la perfección ya se consigue estableciendo las dimensiones de esta como los límites de la base del terreno de juego. Es como si montases tus legos y estos tuvieran vida propia encima de la mesa de tu salón. Simplemente fabuloso. Pero claro, este momento inicial de asombro, necesita mantenerse con una historia y unas mecánicas que sustenten la duración total del juego. Que en mi caso fue cercano a las 10 horas.

¿Una experiencia o un juego completo?

Puede surgir el miedo inicial para el que no tenga este título de que esto sea una mera experiencia como showreel de la mixed reality en Quest 3. Pero ya os dejo claro que esto es un juego completo con una historia detrás. Que se desarrolla en varios escenarios y que tiene varios personajes que buscan algo en concreto. Todo con textos en castellano, pues los personajes no tienen voces.

Ahora bien, es una historia muy básica e inocente. Perfecta para niños. Diría para niños de siete u ocho años. Si me apuráis llegaríamos a los diez. Y no precisamente a los niños de 10 años actuales que a lo mejor ya están adaptados a otros tipos de ocio más cañeros. Si vemos las recomendaciones de los fabricantes de distintos visores de VR, suelen recomendar que si el niño no tiene más de doce años este no utilice esta tecnología porque aún está desarrollando su visión.

Así que si somos buenos padres y queremos a nuestros hijos, este Bricktales se reservará para muy pronto a niños de 13 años (aunque Meta cambió la restricción para sus cuentas, reduciéndola a 10 años). Ya os digo que por su tonalidad tal vez el juego ya llegue tarde para los niños, más interesados en un Asgard's Wrath 2 o un Pavlov.

Veo más Bricktales para un adulto con un gran niño en su interior. Más disfrutón de juegos tranquilos, donde los puzles y las pruebas sean las mecánicas principales y donde ese humor naif que desprende este juego por todos lados, sea el condimento perfecto para un divertimento brillante pero a la vez muy intrascendente.

Varios mundos de fantasía

En Lego Bricktales manejamos a "el nieto". Un jovencito personaje que recibe un correo postal de "el abuelo" en el que le pide que vaya a su laboratorio que está bajo un gran parque de atracciones abandonado, porque ha llevado a cabo un gran descubrimiento científico que quiere compartir con él.

Una vez allí, y con la ayuda de Rusty, el robot parlante y volador del abuelo, tendremos que realizar una serie de misiones encomendadas por el abuelo a través de un portal dimensional que es básicamente ese gran descubrimiento a descubrir. Este portal nos facilitará viajar hacia distintos biomas en donde tendremos que llevar a cabo diferentes cometidos según los NPCs allí presentes. Casi todo tendrá que ver con construir cosas. Algo obvio si hablamos de Lego. O un puente, o un mecanismo, hasta vehículos que nos ayudaran a desplazarnos por el entorno. La construcción irá aumentando su dificultad conforme avancemos en la historia.

Una clara progresión sostenida por un leve elemento RPG a través de la progresión en las mejoras de nuestro robot Rusty -descubriendo palancas ocultas, produciendo o eliminando agua para descubrir objetos, dispositivos de teletransporte o zonas nuevas- y muy limitadamente en nuestro personaje con ese salto para romper bloques y despejar el paso a ciertas zonas. Fuera de eso, la progresión de nuestro personaje no deja de ser un mero intercambio de skins. Diferentes elementos estéticos que podremos ir comprando a cambio de un número de ítems que encontremos a lo largo de todo el juego.

Así visitaremos la jungla, Egipto, la Edad Media, la ciudad y por último el mundo de los piratas. Cada área, una vez superada, tiene su bloque maestro que nos ayudará a hacer funcionar cada una de las zonas del parque de atracciones del abuelo, que de forma inminente deberá de ser inaugurado. Un objetivo final del juego que en verdad es el MacGuffin del mismo.

Maestro constructor

Bricktales en un primer momento me dio una sensación personal que no terminó de gustarme. Y es que cada vez que tenemos que construir, el juego nos lleva a una especie de apartado aislado del resto del mapa donde tendremos que llevar a cabo la construcción que el juego nos pide.

Y digo que no terminó de gustarme porque veía algo más natural el construir directamente en el mapa donde se ubicaba mi personaje. Luego entendí que la complejidad de la construcción requería de más espacio y de aislamiento. De ahí que finalmente este cambio de escenario no solo lo aceptara, sino que quedó integrado como natural en mi forma de jugar. Es cierto que eso resta un elemento importante de interacción con el entorno. Y básicamente estamos en la realidad virtual para interactuar con el maravilloso entorno que tenemos.

Es más, a veces, demasiadas para mi gusto en la parte inicial del juego, este implementa animaciones cuando perfectamente podría implementar una mecánica de interacción. Por lo tanto, en ese aspecto este Brick Tales me parece un producto con mucho margen de mejora. A esto se añade que al personaje nunca podremos agarrarlo y trasladarlo por el mapa. Solo podremos coger piezas en la fase de construcción.

Si pudiéramos hacerlo, romperíamos totalmente el juego, pues controlamos al personaje desde nuestros sticks, como un Moss. Es el peaje que hay que pagar al tener un videojuego multiplataforma con un origen plano. Esta adaptación es excelente si uno olvida el hecho de que este juego se juega también en plano. Pero estamos aquí para analizar su funcionamiento en realidad virtual y ahí, se ven sus peajes.

En este aspecto ya cada cual con sus gustos, pero me quedo con el recién lanzado Demeter, que al igual que Bricktales implementa su escenario en plena Mixed Reality pero con una mucho mayor interacción con el entorno y el personaje principal. Es lo que tiene estar pensado exclusivamente para realidad mixta.

Conclusión

LEGO Bricktales es un juego perfecto si quieres jugar sentado, tranquilo, mientras saboreas una taza de café. Tranquilo, no la tirarás, pues como ya sabrás al llegar aquí (salvo que te hayas saltado la reseña para leer directamente mis conclusiones, algo que hacemos todos) es un juego plano que ha sido adaptado en Quest 3 para poder jugarse en Mixed Reality.

Si no quieres ver tu entorno, simplemente puedes desactivar su visión en Quest 3. El juego tiene una opción que te lo permite.

La presencia de este juego en plano, plantea eso sí, una serie de peajes claros de los que esta versión para visores de realidad virtual consigue escapar hasta cierto punto. Personalmente, agradecería mayor inmersión e interacción con el entorno. Puestos a hacer un "Moss" hazlo bien. Pero esos "apartados" fuera del terreno de juego, para construir, no terminé de verlos. Tampoco la poca interacción que tenemos con nuestro personaje fuera de lo que son los sticks y los botones de nuestros controladores.

Ahí es cuando más presente está la losa del origen híbrido de este título, y donde parece que lo plano se impone a lo de realidad virtual del título.

Aun así, es un juego muy bonito de ver y de mostrar. Es cierto que en objetos lejanos a nuestra visión la definición canta por peteneras -recomendable lanzar antes el Quest Games Optimizer que mejora significativamente la definición del título- pero es tan gracioso ver tus muñequitos de Lego por tu mesa, la real de tu salón, que uno perdona ciertas cosas.

Eso sí, no te engañes, igual que lo disfrutas con cierta celeridad, igual que lo olvidas con igual velocidad.

Para adultos con niños constructores dentro.

El juego ha sido analizado con Quest 3.