Tales of Sintra - The Dark Vortex: ANÁLISIS

El vórtice oscuro

Nos hemos enfrentado a Tales of Sintra: The Dark Vortex siendo plenamente conscientes de que estamos ante un juego de esos realizados por prácticamente una persona a base de ilusión, esfuerzo y horas robadas a la familia y amigos.

Ippo Games se ha estrenado en el mundo de los videojuegos en realidad virtual con las ideas muy claras, y el presupuesto muy justo. El resultado, una aventura que sabe a donde va y como llevar al jugador hasta allí, por un camino en el que hay algunos baches, pero sobre todo, diversión.

Historia

Somos un caballero de la Hermandad de Sintra con la misión de acabar con un vórtice de poder oscuro que amenaza con engullir la luz del mundo. Para llegar hasta él hay que atravesar varios escenarios, derrotando a diversos enemigos y resolviendo rompecabezas. La narración, muy escasa, es con voces en inglés y subtítulos fáciles de leer en español. Menú e indicaciones dentro del juego también están en nuestro idioma.

Combate

Jugamos en primera persona, y de nuestro personaje solo veremos las manos y un círculo a la altura de la cintura, donde se engancha el escudo, cuya capacidad de protegernos se va desgastando y regenerando automáticamente.

Empezaremos con una espada, para más adelante conseguir otra, pudiendo manejar las dos a la vez, una en cada mano. También conseguiremos un arco, para ataques a media y larga distancia. Estas armas se guardan y sacan llevándose las manos al hombro, una mecánica que no siempre nos ha funcionado a la primera. En más de una ocasión hemos querido coger la espada y nos ha salido el arco, y viceversa. Nada grave, pero sí algo molesto.

El disparo con arco no es el mejor que hayamos visto. Si el enemigo está muy cerca, sin problemas, si está más lejos, parece que nos tiembla algo el pulso. Las flechas son infinitas. Pese a que no funciona del todo al cien por cien como nos gustaría, ha acabado siendo el arma que más he utilizado.

La espada tiene colisiones con algunos objetos sólidos y con los enemigos. Sirve para golpearlos, parar sus ataques y, avanzado algo el juego, desviar proyectiles de fuego. Las peleas cara a cara son muy básicas al comienzo, los esqueletos son más un estorbo que un desafío, y tampoco mejoran mucho contra rivales más poderosos. Esquivar, retroceder, golpear y poco más, hasta acabar con la barra de energía de los rivales. El que busque un combate avanzado con espadas tipo Swordsman o Blade & Sorcery se llevará una decepción. Dar espadazos cumple el expediente y entretiene, sobre todo, al avanzar en la aventura, pero no es la parte más mimada de este proyecto.

Al poder propio de la espada y el arco se le puede añadir magia de hielo y de fuego, no desde el comienzo, cambiando de uno a otro con facilidad pulsando un botón. El que podamos hacer uno o varios de estos ataques especiales depende del número de runas especiales que encontremos explorando los escenarios, no hay muchas y algunas están bien escondidas.

Para acabar con algunos enemigos deberemos usar específicamente las armas hechizadas con estos poderes de hielo y fuego, y en algunos casos combinar ambos. Por ejemplo, hay ciertas criaturas gigantes de piedra que primero habrá que congelar para luego dañar con golpes de fuego, siendo inmunes al resto de ataques. Hay varios momentos en el juego, con situaciones de combate bastante entretenidas, e incluso épicas, que nos obligan a aplicar algo de estrategia y paciencia si queremos salir victoriosos.

En la mano veremos nuestro indicador de salud, cuyo nivel total aumentará si encontramos unas esferas rojizas. No hay pociones de salud, se recupera mediante unas esferas de color verde repartidas por el mapa con cierta generosidad, aunque no siempre. En dificultad media (hay tres opciones), hemos muerto un montón de veces.

Exploración

Los escenarios son cerrados, estamos ante un juego "pasillero", con algunas salas por descubrir, más o menos ocultas, donde encontraremos runas, esferas para aumentar la salud de manera permanente o altares para guardar la partida, que se activan colocando la espada sobre ellos.

Normalmente, llegaremos a ciertas zonas cuya puerta de salida está bloqueada por una barrera mágica que se abrirá cuando acabemos con todos los enemigos (no muchos, no hay oleadas como tal) y resolvamos algún rompecabezas. No abandonéis ningún escenario sin explorar un poco. No hay tesoros, pero sí mejoras que nos harán más fácil progresar en la aventura.

Los puzles no son ni originales ni muy complicados, aunque no siempre es evidente qué es lo que tenemos que hacer, y personalmente he disfrutado resolviéndolos. A veces la solución está en forma de runas ocultas en las paredes, en otros casos hay que usar palancas y antorchas, también los hay de tener que pulsar una secuencia musical y de los de colocar gemas de colores en su lugar correspondiente.

Mención de honor a toda la parte del laberinto, que sufrí y disfruté a partes iguales. Menos satisfecho me quedé con el combate con truco contra el dragón, mientras que de la prueba final mejor no voy a hablar, es diferente a todo lo anterior, y no sé si la resolví por suerte o aplicando mi ingenio.

En general, todo funciona correctamente, aunque sin alardes. Las espadas son sólidas, no pesan, pero se siente bien en nuestras manos virtuales. Podemos escoger entre tener que tenerlas agarradas siempre físicamente con nuestros mandos, o que se queden pegadas.

También hay colisiones entre ciertos objetos de adorno que encontramos en los escenarios, y físicas, algo rudimentarias, sin que esto afecte al juego. El movimiento libre, y en el menú encontramos opciones básicas, como la del giro suave o la ayuda al apuntado con el arco.

Completar la aventura me ha llevado unas 6 horas, una duración razonable. Si sois más hábiles que yo, seguro que os dura algo menos, y más, hasta 8 horas dice su desarrollador, si escogéis el tercer nivel de dificultad.

Me he encontrado algunos bugs, que se solucionaban al cargar un punto de guardado o al volver al juego al día siguiente, ninguno grave que me haya impedido acabar la aventura o me hayan hecho enfadar. Una vez atravesé un muro, y allí me quedé sin poder volver a la zona de juego. En otra ocasión, el arco desapareció, encontrándolo en el suelo en un rincón del escenario, pero sin poderlo coger. 

Gráficos y sonido

Visualmente, no estamos ante nada asombroso, hay cierta tosquedad en formas, texturas, pero el juego sí consigue crear una atmósfera adecuada, con escenarios resultones, imponentes a veces en su escala (mazmorras, fortalezas, ruinas), y con un buen tratamiento de la iluminación. 

Hay cierta variedad de enemigos, correctamente representados, aunque pierden puntos por ser poco inteligentes y tener unas animaciones algo ortopédicas. Nos pondrán en apuros en muchas ocasiones, pero no dan miedo ni impresionan, a no ser que le tengáis mucha fobia a arañas y ratas gigantes.

La banda sonora es también de serie b, con melodías tenebrosas o épicas que se nota que no están grabadas en los estudios Abbey Road. No se hacen repetitivas porque hay unas cuentas diferentes (35 pistas), pero no siempre suenan cuando deberían, o se producen silencios entre una y otra. El audio ambiental no pasa de correcto (pasos, sonido de la lluvia, truenos, golpes metálicos de los espadazos).

Conclusión

Si os apetece disfrutar de una aventura de espada y brujería clásica, Tales of Sintra: The Dark Vortex no es una mala opción si nos adentramos en su mundo siendo conscientes de sus limitaciones. Tiene algo que "engancha", que invita a querer continuar la partida cuando un enemigo acaba con nosotros. Puede que sea el ver que mejora en cada nivel, con una buena progresión de los desafíos tanto de combate como de rompecabezas. No es un juego ni original ni excelente, pero sí uno muy entretenido.

El juego ha sido analizado con HP Reverb G2.