El Metaverso (su Metaverso) no existe

11 FEB 2022  18:00

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El Metaverso (su Metaverso) no existe

Y al común de los usuarios no le importa un carajo.

Más Verso y menos Meta

En Mesopotamia, bajo una choza de adobe, dos personas contemplan en silencio un tablilla de barro reseco apoyada en la mesa. Llevan así diez minutos mientras piensan -por primera vez en la historia- que han logrado contextualizar y comunicar una idea solo a base de grafemas, sin necesidad de dibujos. 

 

 

Una de esas personas fantasea sobre lo que aquella representación cuneiforme de un pensamiento conllevará para todo su pueblo: la historia, su tradición y sus costumbres, perdurarán. La memoria se volverá escrita. Y así saldrán las ciencias. Las culturas. Las universidades. La civilización transcendida a lomos de las bibliotecas. Esa tabla de barro marca el comienzo de una era, piensa, y su corazón se apresura. Hay que organizarse, meditar y estandarizar. Es tan grande y tan universal, que el peso de la responsabilidad comienza a angustiarle. 

 

La otra persona, sin embargo, hace bastantes minutos que lo tiene muy claro. Solo está esperando a que sea su compi quien abra la boca porque no quiere ser ella quien empiece a negociar. Toda Mesopotamia sabe, desde la orilla del Tigris a la desembocadura del Eufrates, que el primero en hacer una oferta de venta, está en desventaja. Consciente de lo que está en juego, no va a ser ella quien la cague. Esa tablilla -y los surcos que hicieron con el cincel- tiene un valor más allá del barro reseco. Son las primeras palabras escritas de la civilización. ¿Cuánto pagarían los soplagaitas de los Semitas por un libro que explicara cómo irrigar los campos de trigo? Porque un libro vendido hace una librería, y una librería en cada pueblo hacen una franquicia y el día que no necesiten camellos para enviar esas tablillas de barro, será un imperio al que alguien, quién sabe, podría llamar el Amazon de los libros (y de los camellos, y de las cinchas, y de las cucharas...). Y al hombre se le seca la boca pensando en el préstamo, en el salario de los repartidores, en las fábricas y las plusvalías, en las ediciones limitadas "personales" que sacará de ciertos libros. Porque quien más libros cuneiformes exclusivos tenga, más especial se sentirá. Una montaña de dinero que se alzaría hasta el mismísimo An, el dios de los cielos.

 

 

Nuestro metaverso significa ir más allá (meta) del surco (verso) igual que la escritura mutó para ir más allá del primer barro cuneiforme de Mesopotamia. Una manera de comunicarse y de compartir mensajes bajo un empoderamiento cuerpo-digital encarnado en la evolución imposible hasta que la técnica nos lo ha ido permitiendo. Es la evolución del canal tradicional hacia un conjunto de inputs e interacciones globales. Y en el común más básico de sus intenciones, el metaverso se definiría por un contexto alternativo a este mundo donde ocurrirían cosas que afectarían a otras cosas. Una realidad cuyas reglas no estarían subyugadas ni a la física ni a la biología ni mimetizarían ninguna realidad y abarcando más, igual que el internet de la red de redes, sería un universo de universos. 

 

Surco a surco, tablilla a tablilla, libro a libro, web a web, a cada generación nos ha tocado añadir una capa nueva de interacción y enriquecimiento en la comunicación. De las enciclopedias a Encarta, de Mark Twain a Elige tu propia aventura y de ahí a las Wikipedias, del Juego Real de Ur (Sumeria -2600-2.400 a.C.-) a Fornite. De Shakespeare al proyecto Cuarta Pared VR. Pero siempre el mismo fondo, siempre la misma intención. Aunque más inmersivo. Más presencial. Más tangible. ¿Más completo?

 

Y así, de pronto, una tarde bastante fría de un jueves de Octubre de 2021, un descendiente de aquella persona Sumeria que fantaseaba con el imperio económico cuneiforme, se alza en la montaña de su imperio digital y le dice al mundo que el Metaversismo ha llegado. Y su estirpe, cientos de millones repartidos por todos los estratos sociales, levantan los brazos y le dan gracias a los dioses por haberles dado sentido a toda una generación necesitada de revolución.

 

 

En PostCapitalismo, Paul Mason define muy bien las turbulencias y contradicciones del neoliberalismo y su necesidad de reinventarse continuamente. Esquilmado ya el mundo editorial, arrasada la economía social, estancado el marketing global y a las puertas del colapso moral, la chispa del Metaverso moderno enciende de nuevo la máquina empresarial que empezaba a oler a muy rancio bajo su propia ansiedad.

 

El Metaverso (su Metaverso) ni existe ni existirá nunca porque su Metaverso es indefinible. En el interior de su núcleo vacío no hay mayor plan que la monetización del sujeto que lo encarne. No importa lo que se haga dentro igual que al Sumerio de la primera tablilla no le importaba un carajo lo que dijeran aquellos surcos donde basaría su imperio. El valor de la experiencia es un sucedáneo accesorio, es el mal necesario, es la inversión previa a la verdadera razón del mismo que es el retorno de inversión. No en vano, el sueño mojado del neoliberalismo es encontrar el producto-paradoja que requiera inversión cero pero un retorno de inversión infinito.

 

Unir en la misma frase NFT, Blockchain y Metaverso era lo inevitable. Por separado, son tecnologías validadas con una intención muy concreta. Pero los pilares de esta sociedad hiper-económica necesitan -como mandan los cánones- diversificar. Apuntalar el dique por varias coordenadas. Primero creamos el "espacio" físico-intelectual que el usuario pisará (Meta), luego le decimos lo que tiene que adquirir para justificar su existencia en ese espacio (NFT) y por último, le otorgamos el medio para la transacción (Blockchain). Dentro de ese Metaverso suyo del que nos dicen no hay alternativa posible, el NFT justifica el Blockchain, que a su vez justifica el Metaverso y este mismo justifica el NFT siguiendo el propio infinito del logo Meta. Un loop auto-referente e inviolable del PostCapitalismo que en su carrera imposible a la reinvención, nos ofrece en el ciberespacio el mismo mensaje que brama aquí afuera: el intercambio de las mismas plusvalías controladas por las mismas reglas exógenas, solo que con una capa de interacción (¡tan divertida!) que la tecnología moderna promete y una virtualización completa de la "carestía" que le da sentido al valor monetizable. Lo viejo en un traje nuevo, aunque no se lo traguen más que los que se auto-justifican.

 

 

Su Metaverso se diferencia del metaverso ya desde la misma raíz.  En una declaración de principios, se cercena el significante Metaverso reduciéndolo solo a Meta, obviando así por completo el concepto de "verso" porque para una parte de la industria más universal, el discurso es el de "vayamos más allá, sin importar a dónde ni cómo (ni si debemos)" en contra de lo que el propio metaverso sugiere: "Comuniquemos de una manera más completa". Quizás deberíamos de empezar a separar Meta(vacío) del meta(Verso) -mayúscula en el Verso- aunque sea por legitimar otra propuesta con un núcleo lleno de contenido.

 

Para terminar, la reacción de lo económico desde que Mark propusiera la nueva Trinidad (Meta+BlockChain+NFT) ha sido la esperada. El gregarismo empresarial se caracteriza por mirar de reojo al que tienes a tu lado. O bailas en sus fiestas privadas, o no existes. Igual que "eres lo que se dice de ti cuando sales de la habitación", en el mundo empresarial "eres donde estás sin importar para qué". Da lo mismo una valla publicitaria frente a la parada del autobús, un anuncio de televisión en medio de un programa de dudosa moral, un banner invasivo en la web, las páginas amarillas o en el interior de Meta. Si tu competencia está dentro -justificando su ser y no su servicio-, el resto estará también -justificando su ser y no su servicio-. Que un futbolista se gaste 2 millones en un jpg de un mono es el enésimo grito de una clase que usa la tecnología como escaparate social: selfie con mi Ferrari, selfie con mi yate, selfie en mi terreno virtual en el metaverso, selfie con mi mono NFT. El arte (su arte) lleva siglos compartiendo cama con la élite.

 

El Metaverso (su Metaverso) ni existe ni existirá nunca. Y a los usuarios no nos pasará absolutamente nada. Porque todo esto no es otra cosa que la vieja tablilla Sumeria de Mesopotamia envuelta en el traje moderno de nuestra generación. Desde aquí, sabemos que quien tenga algo importante que comunicar, algo divertido con lo que divertir, algo que use más Verso y menos Meta, logrará abrirse camino por los nuevos universos interactivos, encarnados y presenciales que están por llegar.