Last Labyrinth: ANÁLISIS

Un escape room mortal

Que comience el juego. Last Labyrinth nos propone una situación que a muchos les recordará a la famosa saga de películas Saw. Nos encontramos a oscuras en una extraña y antigua mansión, encadenados y amordazados a una silla de ruedas. Todo lo que podemos hacer es mirar a nuestro alrededor y activar un pulsador en nuestra mano derecha, que encenderá por varios segundos un puntero láser posicionado en nuestra frente. Tras señalar con nuestro puntero una lámpara situada frente a nosotros, una mano emergerá de las sombras para encenderla, desvaneciendo suavemente la oscuridad para poder percatarnos de que con nosotros se encuentra una niña pequeña (en su caso libre de ataduras físicas) que habla un desconocido idioma para nosotros (aunque a alguien se lo pueda parecer, no es japonés sino un idioma "inventado" para el caso). Todo lo que podemos hacer para comunicarnos con ella es señalarle cosas con el puntero láser de nuestra frente y asentir o negar con la cabeza, y juntos tendremos que averiguar cómo escapar, a base de resolver puzles mortales.

Esta es la premisa que nos propone el juego, y que en realidad engloba todo el desarrollo del mismo, ya que todo lo que haremos será guiar (desde nuestra silla) a nuestra acompañante para resolver los distintos y enrevesados puzles que nos encontraremos en cada una de las habitaciones.

El metapuzle

Aunque el objetivo principal del juego consiste en resolver los puzles que vamos encontrando y que nos separan de la libertad (o la muerte), hay otro puzle que puede que a algunos guste y a otros no, y se trata del propio juego. Éste se desarrolla en lo que podríamos denominar distintos arcos temporales o reiteraciones alternativas de la realidad. Todas ellas comienzan con nosotros a oscuras frente a una lámpara apagada. Tras señalarla con nuestro puntero, una mano emergerá de las sombras para encenderla y dar comienzo. En ocasiones el escenario nos será tremendamente familiar, en otras observaremos pequeños cambios en el entorno con respecto a lo que hayamos vivido en iteraciones anteriores y con nuevos puzzles; sin embargo otras veces nos encontraremos con escenarios totalmente distintos. Mientras avanzamos por las distintas habitaciones veremos que una presencia nos observa a través de múltiples monitores, y a menudo se nos pondrán diferentes caminos que tomar.

Tras conseguir escapar de cada arco temporal/iteración/capítulo (realmente es difícil encajarlos en una descripción) veremos una escena final (desbloqueando un logro), a veces similares, a veces totalmente distintas, y tras esto volveremos a empezar una nueva iteración (llamadlo como queráis). Durante este proceso de repeticiones no escucharemos palabra entendible alguna, ni recibiremos ningún tipo de mensaje escrito que nos dé alguna pista de lo que pueda estar sucediendo, con lo cual todo queda a la interpretación del jugador.

Todo esto convierte al juego en sí mismo en un puzle para nuestra mente, y seguramente haya a quien le guste este tipo de desarrollo, pero la realidad es que en ciertos momentos se puede volver bastante confuso, y habrá quien no consiga sobrellevarlo. Aún con todo, el transfondo del juego tiene un papel bastante secundario, y realmente lo importante del mismo son los puzles y sus dramáticas consecuencias.

Piensa por tu vida

Vamos ya al turrón, y es que como hemos dicho anteriormente, el juego trata de puzles, ¿no? Pues si lo que buscáis son puzles (y en especial con un toque macabro) desde luego los vais a encontrar, y con dificultades de lo más variadas, desde muy sencillos (como el clásico Simón de luz y sonidos) hasta algunos realmente complejos que te harán querer tener a mano una libreta para escribir ecuaciones. Dependiendo de los caminos que escojamos, nos encontraremos con unos puzles u otros, y aunque algunas combinaciones de elecciones pueden llevarnos a ver puzles repetidos, no es lo normal que esto ocurra, y a lo largo del juego nos encontraremos con una gran variedad de ellos.

Y aunque los puzles en sí son la parte importante, hay otro elemento relacionado con ellos que, salvo los mas susceptibles, muchos agradecerán, y son las consecuencias de fallar en la resolución de los mismos, que provocará la muerte de nuestra acompañante y de nosotros de formas muy distintas y originales, en algunos casos de formas enfocadas a fobias concretas. Estas escenas, a veces grotescas, pueden saltarse para ver el final desde los monitores de nuestro observador, pero vivirlas en nuestras propias carnes es algo digno de ver, y dan un aliciente extra a cada puzle.

Estate quieto, anda

Hemos visto a menudo descrito este juego como un simulador de "habitaciones de escape" o escape rooms, tan de moda últimamente, pero lo cierto es que cuesta estar de acuerdo con esa categorización. Sí, estás atrapado en habitaciones, sí, resuelves puzles para escapar de ellas, y aún con eso, no lo consideraríamos una escape room, sino un juego de puzles con ambientación. Y no, no es lo mismo. En las escape rooms la premisa principal es que nada suele estar a la vista, toda pista de cómo escapar está oculta: bajo una cama, al levantar una vela, en una pared falsa, pero no delante de tus narices, y necesitas moverte rápido para encontrar las piezas y pistas que te llevarán al puzle que has de resolver para escapar. En este caso nos encontramos literalmente atados a una silla que no podemos desplazar por nuestra cuenta. No podemos movernos ni tampoco despegar las manos de nuestras piernas, todo cuanto necesitamos para resolver cada puzle se encuentra a la vista, y ni si quiera podremos inclinarnos mucho para mirar a nuestro alrededor sin que el juego nos requiera volver a la posición inicial, con lo cual toda nuestra interacción se resume en señalar objetos con la cabeza y asentir o negar a nuestra acompañante para que sea ella la que resuelva los puzles por nosotros.

Desde luego el sistema es original, pero también lento, y a menudo desearíamos poder recoger los objetos con nuestras propias manos, revisar la habitación a fondo, movernos y aprovechar las posibilidades que la realidad virtual puede ofrecernos, vaya. Esto hace sentir que se ha perdido una oportunidad de hacer un juego todavía mejor, ya que aunque los amantes de los puzles encontrarán una buena dosis, el tener nuestras acciones tan limitadas hace que pierda sentido que el juego haya sido lanzado para realidad virtual, mas allá de poder vivir en nuestras carnes las consecuencias de nuestros fallos (de nuevo, un gran punto sin duda) o disfrutar de la ambientación, aceptable a nivel técnico, donde chirría quizá un acusado foveatead rendering en Oculus Quest, y el modelo de nuestra joven acompañante, que acaba desentonando un poco con el entorno.

CONCLUSIÓN

Puzles... desde luego si os chiflan los puzles y los entornos macabros, y eso es lo que buscáis principalmente, este juego os va a encantar. Tendréis mucha variedad y con dificultades muy distantes (quizá con extremos demasiado alejados a veces en este punto). Ahora, si queréis vivir una aventura con puzles de por medio, o en el que los puzles formen parte de la narrativa, o simplemente poder resolver puzles con vuestras manos virtuales, este no es vuestro juego, y seguro que encontraréis mejores opciones en el mercado.

A nivel técnico cumple, las muertes son muy originales y el hecho de poder comunicarte con gestos es original (pero se ha quedado solo en asentir/negar con la cabeza). Sin duda una idea buena que se ha quedado un poco a medio camino o se siente algo recortada al no tener mas poder de interacción, que es lo que suele brillar en RV. Por otro lado, su precio (40€) quizá no acabe de encajar con lo que el juego ofrece, a pesar de que desbloquear todos los finales posibles de cada iteración y del juego entero pueda llevar cerca de las 15-20 horas, tiempo bastante generoso para el que busque resolver puzles "tranquilamente" y nada más, quedando el juego como habíamos dicho para los amantes de ese género sin mayores pretensiones, siempre que el bolsillo lo permita.

Se ha analizado la versión de Oculus Quest.