Diario de un viaje. Gamescom 2017. Dia 02

24 AGO 2017  1:51

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Diario de un viaje. Gamescom 2017. Dia 02

Croteam, nDreams y un chaleco coreano que vibra. La realidad virtual brilla en la gamescom.

Un deadpool vestido de Sailor Moon.

 TURNO DE MAÑANA

 

Una de dos: o a Harold le sobra toda la pierna de la espinilla para abajo o la zona de su cama ha encogido medio metro durante la noche. La imagen de sus pies colgando por fuera me recuerda nada más despertarme a los cuentos de Gulliver y luego pienso que ese sería un buen momento para medir diez metros de altura y poder llegar a la Gamescom en tan solo dos zancadas y no los veinte minutos a pata que nos tendremos que comer con la cámara y el trípode a cuestas. 

 

Hoy la camarera no nos dice “Te quiero mucho”. Solo nos trae dos huevos duros antes de hacer un gesto indescifrable para regresar por donde había venido. Sabrá dios lo que intentaba decirnos. Nosotros metemos una manzana y un plátano en la mochila porque a 6€ los bocatas y a 5€ las cocacolas dan ganas de dejar “real o virtual” y montar un restaurante de tapas a las puertas del Kolnmesse. 

 

De camino a la feria sorteamos mil bicicletas y mientras una de ellas se pone nerviosa porque no puede adelantarnos, recuerdo que ayer Harold me dijo que hoy Miércoles la Gamescom abría sus puertas al público general. Por experiencia creo saber a lo que nos enfrentaríamos. Nada más lejos de la realidad. Dicen que el salami se embute aplastando a presión pedazos de vacuno y de porcino. La entrada al primer túnel que cruza la carretera para acceder al recinto ferial es la viva imagen de una charcutería, pero en esta ocasión el salami alemán que sale por el otro lado es una plasta de frikis vestidos de Deadpools disfrazados de Sailor moon, un par de chicas vestidas de perritos (¿?) y cientos y cientos de almas humanas que suspiramos por respirar aire puro. Deadpool -o sailor moon o lo que sea eso- me pisa y yo solo puedo pensar que algo se nos ha ido de las manos.

 

 

Esto es como intentar llegar a la primera línea de playa en pleno Benidorm el día que regalan paella. Menos mal que allí la riada humana se bifurcaba en dos colas separadas: los que tienen acreditación de prensa o de exhibidor por un lado, los Dead Pool en falda por el otro. Sonrío cuando llego al control y lo atravieso del tirón. Harold tiene menos suerte. Le abren hasta la piel del plátano que robamos en el desayuno porque no se fían de él. Yo me alejo unos metros del lugar por si acaba en alguna prisión teutona y tengo que ser yo quien saque las entrevistas a solas. Todo por ROV, me digo.

 

La primera parada la tenemos que hacer en pabellón que nos queda más alejado. ¿Por qué tiene que ser así la vida? Mientras no salgas de la zona Business, todo irá bien, suspira Harold. Lo entiendo perfectamente. En el momento que intentes atravesar el hall principal donde se reúnen todas las tribus disfrazadas de cosas que aún sigo sin descifrar, volverás a formar parte del salami alemán, o lo que es peor, terminarás con ganas de disfrazarte tú también. Eso no puede pasar. Harold y yo apretamos el paso, cogemos aire y como en Echo Arena, nos vamos dejando llevar de empujón en empujón hasta el stand de nDreams, la desarrollada inglesa.

 

Llegamos tarde, para variar, y nuestro contacto allí nos sugiere con educación que sería mejor dejarlo para más adelante porque tiene a una gente probando los juegos nuevos y tendríamos que esperar demasiado. No pasa nada, dice Harold. ¿Has visto que tienen un bar con un grifo de cerveza en el stand? pregunto yo. Eran las nueve de la mañana y unos ingleses ya se estaban poniendo tibios.

 

 

Tenemos cita con Sparc y Eve Valkyrie. ¿Donde? pregunto. Harold me muestra el plano. La madre que nos parió, parece decir. Otra vez debemos atravesar un mar de cabezas, piernas y brazos. Creo que del roce ambos hemos aprendido alemán por osmosis. Sparc es un juego para todos los visores, PSVR incluído. Se juega contra otro jugador y para hacerlo más evidente han decidido ponernos el uno contra el otro. “Empieza tú que tienes PSVR y luego voy yo”, le sugiero mientras el otro jugador espera. No quiero empezar a discutir como ocurrió ayer con Skyrim VR. El hombre de CCP GAMES nos cuenta que “esto es un visor de RV y esto son unos mandos…” Ya estamos. Le intento decir que somos un medio virtual pero Harold es más educado y se traga toda la charla. Sparc desde fuera parece un juego pulido. Simpático. Cuando Harold me da las gafas prefiero no mirarle. No quiero saber su opinión hasta después. El tipo al que me enfrento pierde la partida aún cuando yo me esfuerzo por conseguir algo que no tenía nada que ver con la finalidad del juego. Eso me pasa por listo, me digo.

 

Por primera vez -y sin que sirva de precedente- Harold y yo estamos de acuerdo en el análisis. Junto a Sparc hay una puerta pequeña que pone Eve Valkyrie. ¿Habrá espacio allí adentro para unas Oculus? nos preguntamos los dos. No. CCP quiere contarnos EVE solo en 2D porque no dispone de ningún visor. Es un momento embarazoso. Habíamos ido a probar un juego virtual y solo teníamos dos monitores delante y unos hombres encantados de que estuviéramos allí para escucharles toda su arenga espacial. “Verán”, decimos enseñando la camiseta, “es que esto no es lo nuestro, ¿saben?” Da lo mismo. La puerta se cierra y allí que nos quedamos los dos aguantando el chaparrón. Mientras Harold le da coba al más alto yo me quedo con el pequeño y ya que estoy, me echo una partida. “¿Sabes jugar a EVE?” me pregunta en un perfecto inglés. “Of course” le respondo viniéndome arriba al instante. Acto seguido me matan incluso antes de salir de la nave nodriza, que mira que es difícil. Al segundo intento estrello mi nave contra alguien que pasaba por allí. Pobre diablo, no me vio venir. El hombre de CCP carraspea nervioso. “Yo es que para esto necesito un HOTAS, no soy de teclado, ¿sabes?”, digo por decir algo. “Of Course” me dice él “Of course” repite cuando mi nave salta por los aires sin haber pegado un solo tiro.  Qué vergüenza estoy pasando. Cuando Harold llega le digo que el tipo de CCP me ha regalado una tarjeta SD con la grabación de mi partida, pero que mejor no hablemos del tema y salgamos de allí cuanto antes.

 

 

De nuevo salimos a campo abierto. El desembarco de la peli Dunkerke podrían haberlo rodado aquí. La gente hace cola hasta para tomar el ticket que lleva a la otra cola de verdad. Y en medio del batiburrillo que es la zona de juegos indies, nos topamos con Alfonso del Cerro, desarrollador de Megaton Rainfall. Nos cuenta mil cosas entre empujones y algunos gritos. La música disco del stand de enfrente está tan alta que parece que vayamos a entrevistar a Luís Fonsi. Aún así nos hacemos fuertes y sacamos la entrevista adelante. Gran juego y mejor persona. Aunque sea español, le decimos que por favor, el juego lleve al menos subtítulos en español. Él sonríe. Supongo que ha entendido el chiste. 

 

The Thalos Principle, del mismo equipo que hizo Serious Sam, tiene el stand en la zona Business. Césped artificial y pantallas de 72 pulgadas pueblan el recinto privado. La gente va y viene muy relajada. Después de lo que acabamos de pasar a lo mejor estamos muertos y esto es el cielo virtual, pensamos. Como fuera, nos recibe el director de publicidad de Croteam. Sus jefes (con quienes habíamos quedado hacer la entrevista) tenían un “Meeting” y no podrán estar. A estas alturas Harold y yo creemos que ya se ha corrido la voz de que hay dos españoles con camisetas negras de Real O Virtual que van intentando convencer a todo el mundo que los juegos deben de estar en Español, sí o sí. The Thalos Principle rezuma assets de Serious Sam por los cuatro costados, y eso, compañeros de comunidad, es bueno. Qué narices, es muy bueno. 

 

 

De Croteam nos vamos saltando a Vertigo Games. Compartir habitación con el chaval que desarrolló un juego donde he pasado inmerso más horas que Neo dentro de Matrix me sonroja. Es como estar frente a una estrella del rock, solo que este chico además de majo es un tipo muy sencillo. Nos dejan jugar a Skyworld y responden a mil preguntas. Se alegra de no tener que explicar qué es un visor y nos ponemos a jugar. El tour corre a cargo del avatar de un colega suyo que está en otro stand con otra copia del juego. A ver cómo le explico a distancia que la voz del doblador de Arizona Sunshine es una bazofia de tal calibre que consiguió que el desierto de Arizona se convirtiera en “el club de la comedia”. Entre que rotamos el tablero de juego y colocamos unos soldaditos de juguete por los hexágonos, queda claro que esta vez van a necesitar mucha suerte para repetir el éxito de los zombies. 

 

TURNO DE TARDE

 

Harold tiene hambre. Al pasar por un stand de comida yo también recuerdo que llevamos 10 kilómetros andados con un desayuno frugal a las 8 de la mañana. Nos detenemos debajo de un árbol y comemos algo. 15€ me cobran por un filete empanado y un panecillo. ¿Esto es real o es virtual? quiero preguntarle a la chica alemana que me sonríe con esa cosa en la mano. Seguramente no entienda la broma. A pocos metros de allí descubrimos a la gente de Bhaptics. Son unos coreanos que tienen cosas que vibran. No tenemos “appointment” pero aún así nos acercamos para ver de qué va eso. Sin problemas, nos dicen. Podéis probarlo cuando queráis. El problema es que nosotros tenemos tres entrevistas antes y quedamos con ellos en pasarnos a las 19:30. 

 

 

La gente de Everspace se encuentra en un pasillo central del Business center. Nos acercamos esperando que nos digan en sueco “Que sí, que lo vamos a traducir al español”. En vez de eso nos dicen que la VR la tienen un tanto olvidada. Han perdido la fe. Mecachis en la mar, me digo. Algunos somos fans del espacio y necesitamos cuantos más juegos mejor. Hablamos durante algunos minutos sobre la situación general del ecosistema RV a escala global y nos damos cuenta de que llegamos tarde a probar la mochila de HP. Les damos ánimos y les recordamos que los juegos en español se venden mejor en españa que en cualquier otro idioma. Ellos asienten. 

 

OMEN HP es más grande que el bloque de pisos donde vivo. Se encuentra rodeado por el stand de World of Tanks, una auténtica animalada de cartón piedra que simula las vigas de hierro de una ciudad ardiendo. Hasta tienen un grupo de rock metal sueco que se subirá al escenario en unos segundos. Seguimos las miguitas de pan virtual hasta las afueras del pabellón 8 donde HP ha instalado una pequeña caravana con sus cacharros de última generación. 

 

¿Qué hace un alemán, un francés, una inglesa y dos españoles dentro de un stand? Aunque parezca el comienzo de un chiste malo, en realidad es una demo compartida. Nos enseñan varias cosas enfocadas al “Hardcore Gamer” y ninguna de ellas parece bajar de los tres mil euros. Si me sale un hijo gamer lo va a pasar muy mal el chaval, pienso. Portátiles con 1080 integrada. Teclados con más leds que la sección de luces de Leroy Merlin, hasta unos auriculares con la esponja más ancha que mi almohada. Todo sea por el “True Gamer”. Yo me empiezo a cansar de tanta tontería. Como si los que jugamos de pascuas a ramos lo hiciéramos porque queremos y no porque nuestra familia, trabajo y vida adulta lo impidieran. 

 

 

En pocos minutos nos ponemos la mochila Omen. La demo, por supuesto, es con HTC VIVE y da la casualidad de que les falla el tracking. El francés y el alemán pierden el interés enseguida. A ellos les iban los portátiles Freesync a 120Hz y los ratones con más pulsadores que un teclado mecánico. Mejor para nosotros porque tendremos más tiempo para jugar con el backpack. Harold se la pone y acto seguido da más giros sobre si mismo que el demonio de tazmania. Yo intento calmar al hombre de HP: “son cosas nuestras, ¿sabe? pasamos demasiado tiempo al otro lado virtual”. El hombre asiente lentamente. No se fía ni un pelo de nosotros. 

 

En un parpadeo hemos dejado HP y estamos frente a nDreams. Teníamos pendiente probar dos títulos nuevos. Mientras esperamos detrás de una valla blanca como las ovejas en la granja de Babe, el cerdito valiente, Harold y yo hacemos una recopilación de las preguntas que les haremos porque empezamos a repetirnos más que la salsa de un kebab turco. Shooty Fruity se llama el primer juego. Por mucho que el desarrollador intente convencernos, no hay manera de encontrarle sentido al juego. “¿Qué ocurriría si vosotros fuerais un productor y se os acerca alguien y os dice: tengo el juego perfecto, disparar a frutas en un supermercado mientras pasas los productos por un scanner de la compra?” Lo más probable fuera una respuesta del tipo: “Chico, primero deja las drogas y cuando estés limpio te vuelves a pasar por aquí”. El otro título que nos enseñan tiene zombies. Yo miro a Harold y le pregunto qué cosa tiene lo virtual con los zombies. ¿Acaso no hay más temas? nDreams se despide de nosotros prometiendo con los dedos cruzados que portará todos los juegos al español. Seguro que ya han hablado con Croteam porque escuchamos algunas carcajadas en la lejanía. Que conste que nosotros lo hemos intentado, le digo a Harold. “Parecemos los puñeteros representantes del instituto Cervantes”, me responde.  

 

 

World of Tanks es un obús de cien toneladas. Le pregunto a Diana, la PR española que nos hace el recorrido por su stand, cómo puede una empresa ganar tantísimo dinero con un juego de tanques y además mantener un stand donde reparten más cerveza que la central de Mahou. Creo, sinceramente, que ni los propios dueños de la marca lo saben, parece dar a entender.  Probamos las hololens en el pasillo y nos hacemos varias fotos con ellas porque mola luego para el perfil de whatsapp. El FOV me recuerda que aún queda tanto por hacer en la realidad aumentada como le quedaba a las DK1. Pero es un gran comienzo. Diana nos comenta que nos quiere enseñar otra cosa. VR TECH. Ni idea de quienes son, comento en voz alta. Harold, que de esto entiende más, se encoge de hombros. 25 metros cuadrados de scale room nos sorprenden. “The Void” son unos loosers, comenta su CEO cuando ve nuestras camisetas virtuales. Su Arcade Room lo va a petar, añade. Veinte minutos de charla donde solamente habla él, dan por terminada aquella reunión esporádica.   

 

 

Cuando nos íbamos a casa nos acordamos de los coreanos y su chaleco que vibra. Corremos escaleras arriba y allí están los pobres, esperándonos. Llevan desde las siete vibrando y todavía tienen sonrisas para dejar que lo probemos nosotros. Y es verdad que vibra. Incluso por la espalda. Yo no me quito de la cabeza cómo sería un juego adulto con eso ataviado en otras partes del cuerpo mientras a Harold se le quedan unas marcas de yonki en el antebrazo (producto de los sensores) que unido a mis ojeras nos dan un aspecto bastante peculiar a ambos. Los coreanos se quieren ir al mismo ritmo que toda una generación de alemanes se apresura a los tornos de salida. Es como entrar en el riego sanguíneo de un mastodonte herido. El flujo de personas te lleva de vuelta a la salida y de allí de nuevo al túnel de entrada en un suspiro. Volvemos allí donde comenzó el día.

 

 

Hoy hemos probado mil cosas. Tantas que empezamos a tener fallos de memoria. Menos mal que lo tenemos todo en video. Mañana toca regresar a casa después de una última mañana en la Gamescom. Colonia está muy bien, no nos entendáis mal, pero como en casa en ningún lado. Mañana escribiremos estas líneas bajo nuestro techo. Voy a ir pidiendo una cita en el stand de mi hijo y de mi mujer a ver si tienen libre un hueco y nos damos un beso. Aunque seguro que echaremos de menos estos pasillos tanto como ahora los estamos echando de más.

 

Un saludo alemán, compañeros de ROV.