Tema: Isaac Asimov- un genio incluso para esto...

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  • jagarridoan

    8 Ene 2016 16:11

    Mensajes: 11

    jagarridoan » 6 JUN 2016  0:21

    Libro los robots del amanecer
    Capítulo 10:

     

    —Si, claro —concedió Baley con una leve sonrisa—. También le doy las gracias a él. ¿Qué es esto, Giskard? —Un astrosimulador, señor. Funciona como un receptor tridimensional y está conectado con la sala panorámica. Querría añadir...
    —¿Sí? —No encontrará la vista demasiado interesante, señor. No desearía que se sintiera innecesariamente decepcionado. —Intentaré no esperar demasiado, Giskard. De todos modos, no te haré responsable de la decepción que pueda sentir. —Gracias, señor. Debo regresar a mi puesto, pero Daneel podrá ayudarle con el aparato si surge algún problema. Salió y Baley se volvió hacia Daneel con aprobación. —No cabe duda de que Giskard ha sabido manejar el asunto. Puede ser un modelo sencillo, pero está bien diseñado. —El también es un robot de Fastolfe, compañero Elijah... Este astrosimulador es autónomo y autoajustable. Puesto que ya está enfocado sobre Aurora, sólo es necesario tocar el borde del mando. Eso lo pondrá en funcionamiento y no tendrás que hacer nada más. ¿Quieres ponerlo en marcha tú mismo? Baley se encogió de hombros. —No es necesario. Hazlo tú. —Muy bien. Daneel había colocado el cubículo encima de la mesa sobre la que Baley había visionado las peliculas-libro. —Esto —dijo, señalando un pequeño rectángulo que tenía en la mano—es el mando, compañero Elijah. Sólo tienes que sujetarlo por los bordes de este modo y luego ejercer una ligera presión hacia dentro para accionar el mecanismo... y luego otra para desconectarlo. Daneel oprimió el borde del mando y Baley lanzó una exclamación ahogada. Había esperado que el cubículo se iluminara y mostrara una representación holográfica de un campo estelar en su interior. No fue eso lo que ocurrió. En cambio, Baley se encontró en el espacio —en el espacio—con relucientes estrellas en todas direcciones. Sólo duró un momento y luego todo volvió a ser como antes: la habitación y, en su interior, Baley, Daneel y el cubículo. —Lo lamento, compañero Elijah —dijo Daneel—. Lo he desconectado en cuanto he advertido tu malestar: No me había dado cuenta de que no estabas preparado para esto. —Entonces, prepárame. ¿Qué ha sucedido? —El astrosimulador opera directamente sobre el centro visual del cerebro humano. No hay modo de diferenciar la impresión que deja y la realidad tridimensional. Es un invento relativamente nuevo y hasta ahora sólo se ha utilizado para escenas astronómicas que, al fin y al cabo, son pobres en detalle. —¿Lo has visto tú también, Daneel? —Si, pero muy defectuosamente y sin el realismo que experimenta un ser humano. Veo el tenue contorno de un paisaje superpuesto sobre el contenido, aún claro, de la habitación, pero me han explicado que los seres humanos sólo ven el paisaje. Indudablemente, cuando el cerebro de los que son como yo esté mejor afinado y ajustado... Baley habia recobrado el equilibrio. —La cuestión es, Daneel, que yo no era consciente de nada más. No era consciente de mí mismo. No me veía las manos ni notaba dónde estaban. Me sentía como si fuera un espíritu incorpóreo o... bueno... como supongo que me sentiría si estuviera muerto pero existiese conscientemente en otra vida inmaterial. —Ahora comprendo por qué lo has encontrado un poco inquietante. —De hecho, lo he encontrado muy inquietante. —Lo lamento, compañero Elijah. Haré que Giskard se lo lleve. —No. Ahora ya estoy preparado. Déjame ese cubo... ¿Podré desconectarlo, aunque no sea consciente de la existencia de mis manos? —Se te adherirá a la mano, con objeto de que no se te caiga, compañero Elijah. El doctor Fastolfe, que ha experimentado este fenómeno, me contó que la presión se ejerce automáticamente cuando el ser humano que lo sujeta desea ponerle término. Es un fenómeno automático basado en la manipulación nerviosa, al igual que la visión. Al menos, así es como funciona con los auroranos y me imagino... —Que los terrícolas son lo bastante similares a los auroranos, fisiológicamente, para que funcione de igual modo con nosotros. Muy bien; dame el mando y lo intentaré. Con un ligero respingo interno, Baley oprimió el borde del mando y volvió a encontrarse en el espacio. Esta vez lo esperaba y, en cuanto descubrió que podía respirar sin dificultad y no se sentía en modo alguno como si estuviera inmerso en un vacío, procuró aceptarlo como una ilusión visual. Respirando de un modo bastante estertoroso (quizá para convencerse a sí mismo de que verdaderamente respiraba), miró con curiosidad en todas direcciones. Súbitamente consciente de que oía el áspero sonido de su respiración en la nariz, dijo: —¿Me oyes, Daneel? Oyó su propia voz —un poco distante, un poco artificial—, pero la oyó. Y luego oyó la de Daneel, lo bastante diferente como para poder distinguirla. —Sí, te oigo —dijo Daneel—. Y tú también deberías oírme, compañero Elijah. Los sentidos visual y cinestético están interferidos con objeto de alcanzar una mayor ilusión de realidad, pero el sentido auditivo permanece intacto. En gran medida, cuando menos. —Bueno, sólo veo estrellas... estrellas corrientes, quiero decir. Aurora tiene un sol. Estamos lo bastante cerca de Aurora, supongo, para que la estrella que es su sol brille más que las otras. —Brilla tanto, compañero Elijah, que ha sido ofuscada para evitarte una lesión en la retina. —Entonces, ¿dónde está el planeta Aurora? —¿Ves la constelación de Orion? —Si, en efecto. ¿Quieres decir que aún vemos las constelaciones igual que en el firmamento de la Tierra, como en el planetario de la Ciudad? —Más o menos. En lo que a distancias estelares se refiere, no estamos lejos de la Tierra y el Sistema Solar del que forma parte, de modo que tienen un paisaje estelar común. El sol de Aurora se conoce en la Tierra con el nombre de Tau Ceti, y sólo está 3.67 parsecs de allí. Si trazas una línea imaginaria desde Betelgeuse hasta la estrella intermedia del cinturón de Orion y la continúas durante una longitud igual y un poco más, la estrella de brillo mediano que verás es el planeta Aurora. Irá haciéndose inconfundible a lo largo de los próximos días, a medida que nos acerquemos rápidamente a ella. Baley la contempló gravemente. No era más que un objeto estelar brillante. No había ninguna flecha luminosa, que se encendiera y apagara, señalando hacia ella. No había ninguna inscripción que la identificara como Aurora. Preguntó: —¿Dónde está el sol? La estrella de la Tierra, quiero decir. —En la constelación Virgo, vista desde Aurora. Es una estrella de segunda magnitud. Desgraciadamente, el astrosimulador que tenemos no está bien computarizado y no sería fácil indicártelo. De todos modos, lo verías como una simple estrella, normal y corriente. —Bien, no importa —dijo Baley—. Ahora voy a desconectar este chisme. Si tengo problemas... ayúdame. No tuvo problemas. El astrosimulador se desconectó cuando él pensó en hacerlo y se encontró parpadeando a la luz súbitamente intensa de la habitación. Sólo entonces, cuando hubo recobrado sus cinco sentidos, se le ocurrió que durante unos minutos le había parecido estar en el espacio, sin pared protectora de ninguna clase, y a pesar de ello no había experimentado la agorafobia que sentía en la Tierra. Se había sentido muy cómodo, una vez aceptada su propia inexistencia. Eso le desconcertó y le apartó de las películas-libro durante un rato. Periódicamente, regresó al astrosimulador y echó otra ojeada al espacio que se veía desde un lugar privilegiado fuera de la nave, sin que él estuviera presente en ningún sitio (aparentemente). En algunas ocasiones no fue más que un momento, para asegurarse de que seguía sin sentirse atemorizado por el vacío infinito. En otras, se encontró perdido en el esquema de las estrellas y empezó a contarlas o a formar figuras geométricas, deleitándose en la facultad de hacer algo que, en la Tierra, habría sido incapaz de hacer porque el creciente desasosiego agorafóbico habría arrollado instantáneamente todo lo demás. Al final comprobó que la luminosidad de Aurora aumentaba. No tardó en hacerse fácil de detectar entre los otros puntos de luz, luego fue inconfundible, y finalmente inevitable. Empezó como un minúsculo destello de luz y, a partir de entonces, se agrandó rápidamente y comenzó a mostrar fases. Era un semicírculo luminoso casi perfecto cuando Baley se percató de la existencia de fases. Baley preguntó y Daneel contestó: —Nos estamos acercando desde fuera del plano orbital, compañero Elijah. El polo sur de Aurora se encuentra aproximadamente en el centro de su disco, algo adentrado en la mitad iluminada. Es primavera en el hemisferio austral. Aurora ya llenaba su visión cuando utilizaba el astrosimulador y se parecía a la Tierra. (Baley nunca había visto la Tierra del mismo modo, pero sí había visto las fotografías que aparecían en los manuales de astronomía.) Pues bien, lo que Baley vio en Aurora fueron las mismas capas nubosas, las mismas manchas de zonas desérticas, las mismas extensiones de día y noche, la misma configuración de luces centelleantes en el área del hemisferio nocturno que mostraban las fotografías del globo terráqueo. Las confusas imágenes que aparecían y desaparecían rápidamente entre las nubes Aurora se movía, giraba lentamente... Llevaba observando el tiempo suficiente para darse cuenta de ello. Mientras había estado contemplando el espacio, todo parecía inmóvil, como un decorado, un esquema de puntos luminosos silencioso y estático en el que, más tarde, apareció un pequeño semicírculo. ¿Fue la inmovilidad lo que le libró de la agorafobia? Pero ahora veía que Aurora se movía, y se percató de que la nave descendía en espiral en la última etapa antes de aterrizar. Las nubes ascendían... No, las nubes no ascendían; la nave descendía. La nave se movía. Él se movía. De pronto fue consciente de su propia existencia. Estaba abalanzándose sobre el planeta a través de las nubes. Estaba cayendo, desprotegido, a través del aire hacia terreno sólido. Se le contrajo la garganta; le costaba mucho respirar. Se dijo a sí mismo con desesperación: «Estás enclaustrado. Las paredes de la nave te rodean.» Pero no percibía ninguna pared. Pensó: «Incluso sin tener en cuenta las paredes, sigues estando enclaustrado. Estás envuelto en piel.» Pero no percibía ninguna piel. La sensación era peor que una simple desnudez; era una personalidad no acompañada, la esencia de la identidad totalmente descubierta, un punto viviente, una singularidad rodeada por un mundo abierto e infinito, y estaba cayendo. Quiso poner fin a la visión, oprimir el borde del mando, pero no sucedió nada. Sus terminaciones nerviosas habían alcanzado tal estado de anormalidad que la desconexión automática por la simple voluntad no funcionó. No tenía voluntad. Sus ojos no se cerraban, sus dedos no se doblaban. Estaba atrapado e hipnotizado por el terror, inmovilizado por el miedo. Lo único que percibía ante sí eran nubes, blancas... no del todo blancas... blancuzcas... con una ligera tonalidad dorado-anaranjado. Y todo se volvió gris... y se estaba ahogando. No podía respirar. Luchó desesperadamente por desatascar su garganta obstruida, por llamar a Daneel pidiéndole ayuda... No pudo emitir ningún sonido.

     

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    A los que hayan llegado hasta aquí..... Como pudo Asimov incluso acertar con las sensaciones de la RV, incluido el motionless sickness.... En el año 83... Cuando andaban los spectrum ....eso es ser un genio de la ciencia ficción....

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