PS4 HMD y Oculus Rift, inventos del siglo XIX

30 SEP 2013  14:50

Holy

13

De la fotografía plana a la realidad virtual

Desde la antigüedad, el ser humano siempre ha sido consciente de que la imagen del mundo cambiaba cuando se observaba con uno u otro ojo. A pesar de que disponemos de dos órganos visuales, tenemos consciencia de percibir una única imagen tridimensional del mundo. Este simple hecho, que a menudo pasó desapercibido para la gran mayoría, fue lo que realmente maravilló a algunos genios de la antigüedad, que intentaron descubrir los mecanismos por los que los seres humanos se sienten integrados visualmente en su propio entorno. En fechas próximas a 1637, el propio Descartes estudió la convergencia de los globos oculares y su relación con el cálculo de las distancias, tal y como se puede apreciar en su famoso diagrama representado en la siguiente ilustración. Descartes se había acercado bastante al funcionamiento de la visión binocular, sin embargo no consiguió desarrollar formalmente sus bases, así como tampoco consiguió crear ningún instrumento que demostrara su funcionamiento.

 

Diagrama que se aproxima al funcionamiento de la visión humana, René Descartes

Diagrama que se aproxima al funcionamiento de la visión humana, René Descartes

 

La binocularidad (visión con dos ojos) es completamente inherente a nosotros y siempre nos ha acompañado a lo largo de nuestro proceso evolutivo. Por tanto, las imágenes en relieve son completamente naturales para los seres humanos, ya que es en relieve como percibimos el mundo desde el momento de nuestro nacimiento. A todas las personas les gusta percibir contenidos en relieve en todo tipo de soportes imaginables tales como en fotografía, televisión, cine o videojuegos. La visión es, sin duda, el más importante de los sentidos y del que más información del mundo se obtiene, y por tanto, son las redes neuronales encargadas de su funcionamiento las que ocupan más espacio dentro de la corteza cerebral dedicada a los sentidos. La visión binocular puede ser entendida como dos grandes ventanas que arrojan luz y conectan nuestra realidad física con la “oscuridad y aislamiento” que sufre nuestro cerebro.

 

A lo largo de nuestra vida, el cerebro se va formando a base de imágenes, de sonidos, de sensaciones táctiles, de olores y de recuerdos, que se van creando en el momento presente y pasan más tarde a ser ladrillos de nuestro ser en el momento futuro. Todos los hechos de nuestra vida condicionan lo que somos y se almacenan en cápsulas de tiempo que caducan un instante de tiempo después de que hayan sucedido. El tiempo transcurre de forma continua, haciendo que el momento futuro sea ya presente y éste inmediatamente ya forme parte del pasado.

 

La daguerrotipia, y más tarde la fotografía, permitieron por primera vez en la historia detener el tiempo, el tiempo de las personas y de su mundo, de sus particularidades. Pero ese instante de tiempo, y la acción transcurrida en ese determinado lugar captado por el “único” objetivo de una cámara, carecen de las propiedades necesarias para hacernos revivir de nuevo esa situación y momento con total plenitud. Cuando contemplamos una fotografía o vídeo en el que hemos sido registrados, se evoca en nuestro cerebro una sensación parecida a la que tuvimos cuando se inmortalizó ese lugar y ese instante de tiempo. Sin embargo estos soportes “carecen de eso” que puede hacernos sentir que estamos realmente volviendo a recrear esa situación. La fotografía o el vídeo en tres dimensiones añaden un eje cartesiano más a la imagen plana que una cámara puede captar. La estereoscopía, que es como se llama al conjunto de técnicas que permiten capturar y reproducir el relieve de todo aquello que se coloca delante de los dos objetivos de la cámara, mejora nuestras fotografías y vídeos añadiendo profundidad. La estereoscopía devuelve, así, a todos los soportes imaginables, de imagen estática o en movimiento, la profundidad y el volumen que le fueron arrebatados a la escena en el proceso tradicional de captación.

 

El ser humano es un ser estereoscópico por naturaleza, por ello todos los contenidos y sistemas visuales que hacen uso de estas técnicas parecen estar en perfecta sintonía con nuestro sistema visual. En verdad es así, pero a estos sistemas estereoscópicos “de ventana” les falta un pequeño detalle: proporcionar al espectador una fuerte sensación de presencia. No basta con que apreciemos una pantalla en tres dimensiones para sentir que estamos viviendo esa situación. Esto solamente sería como mirar al exterior a través de una ventana desde una habitación oscura. Necesitamos estar a ese otro lado de la ventana, y esta maravillosa sensación de presencia en la imagen, viviendo en primera persona la historia que ésta nos cuenta o siendo protagonistas de ella, solamente nos la puede proporcionar un sistema de realidad virtual.

 

El visor de realidad virtual Oculus Rift es un perfecto ejemplo de sistema estereoscópico, ya que no solo bebe de sus fundamentos, sino que además constituye el máximo exponente de este conjunto de tecnologías que busca recrear la realidad con su máximo esplendor. La realidad virtual puede considerarse así como el nirvana de la estereoscopía, como una tecnología que permite unir diversos campos como el arte, la visión y el pensamiento. Hablar de estereoscopía es hablar por tanto de realidad virtual...